Todos debemos comer. Para poder sobrevivir es indispensable estar bien alimentado. Como dicen los libros de nutrición en el crecimiento de los humanos podemos destacar tres etapas. Etapa de crecimiento rápido (el primer y segundo año de vida). La segunda etapa de crecimiento lento y más estable, 4-5cm/año (corresponden antes y la época de la escuela); al final de esta etapa hay una deseleración del crecimiento, antes de entrar en la tercera etapa de la pubertad.
Las recomendaciones de alimentación de bebés hasta un año suelen ser bastante específicos, pero cuando pasa el año suele ser más difícil encontrar consejos específicos.
La etapa de un año hasta los tres, por el crecimiento rápido, al ser la etapa que va a un crecimiento lento suele ser muy importante. En esta etapa los niños tendrán grandes avances en las funciones psicomotoras (lenguaje, movimiento, socialización). El proceso de ganar masa es más lento. Los intestinos y riñones tendrán preparados para procesar cualquer alimento. De todos modos debemos adecuar la alimentación diaria a las necesidades del niño. Teniendo en cuenta el estilo de vída de la família, la actividad física del niño y la estructura del cuerpo será indispensable darse cuenta de las diferentes necesidades.
Es normal que a estas edades el niño coja gusto o asco a los diferentes alimentos.
Algunos niños suelen ser buenos comilones, no suelen tener problemas para probar de todo. Otros a lo contrario no. No necesitan tantos alimentos como piensan los padres.
Es muy fácil perder los nervios con los que comen mal y muchas veces utilizamos trucos o engañamos, al menos para que coma ‘algo’. Hacer lo del avión, cantar, utilizar muñecos… y como la moda que hay últimamente; poner dibujos animados en la tablet o televisión.
Algunas veces recurrimos a chantajes, castigos y promesas que no se cumplirán: “si no comes, no iremos al parque, «si no terminas esto, toda la semana sin televisión», «si comes todo, te compraré lo que quieras»… ¿Quién no ha hecho algo así alguna vez?
El pediatra Carlos Gonzales, como dice en el libro “Mi niño no me come”, algunos padres viendo que los niños comían trozos de comida del suelo, todos los días empezaron a limpiar bien el suelo y repartir trozos de tortilla.
Aquí algunos ejemplo que no se deberían hacer: (*)
- INSISTENCIA: meter la comida una y otra vez a la boca, meter el chupete después para que lo mantenga… puede que en un principio lo trague, pero con el tiempo aprenderá a vomitar y echar todo.
- APROVECHAR EL SUEÑO DE LA NOCHE: Unos bebés cuando duermen toman el biberón y algunos padres suelen querer aprovechan eso para meterles toda la comida que no han comido durante el día. Si durante la noche a tomado un biberón de leche con cereales… ¿cómo tendrá hambre durante el día?
- COMPARACIONES: “Mira a tu hermana, ¡es más pequeña que tu y come de todo!» Esas comparaciones aparte de hacerle daño a tu hijo, hará que haya más opciones para que le empiece a odiar a su hermana.
- PREMIOS: Muchas veces utilizamos el postre para que el niño como lo anterior. «Si comes todo, después tendrás pastel», «Si te portas bien, compraremos el helado que tú quieras». El niño lo comerá pero no porque quiera; por el premio, para evitar el castigo o para quedar bien delante de los padres. No comerá porque tiene necesidad de comer y la relación entre ellos y la comida no será sana.
Utilizar cosas ricas como premios es muy típico, suelen ser una golosina, una pasta o un pastel. El premio nunca es una fruta o algo sano. Estamos seguros de que no castigaréis a vuestros hijos a comer chocolate. - ESTIMULANTES DEL APETITO: En el mercado hay dos tipos de estimulantes del apetito. Los que funcionan y los que no.
Mientras no funcionen contienen cócteles de vitaminas y cosas raras, los que nos impulsan a comprar por un fuerte marketing: mencionan el metabolismo, dinamismo. Muchas veces se utilizan como placebo.
Casi todos los que funcionan contienen ciproheptadina (mezclado con diferentes vitaminas). Ciproheptadina es un medicamento, un psicofármaco exactamente y conlleva muchas consecuencias: sueño, sequedad en la boca, dolor de cabeza, ganas de vomitar… y en casos muy aislados crisis de hipertensión y otras consecuencias más graves que no mencionaremos. Si leyésemos los efectos secundarios del paracetamol y oxitocina, no quedaríamos tan lejos de estos. Para algunas veces es necesario tomar medicamentos, porque su beneficio es mejor que el daño, pero los estimulantes del apetito nunca serán necesarios. Si el Ciproheptadina funciona los niños comerán. Pero comerán más de lo que necesitan
Si el niño crece, no pierde peso, come aunque sea poco y sobre todo su estado es general es bueno no hay que preocuparse. El cuerpo es muy inteligente y le dirá al niño cuando y que tiene que comer. Los demás mientras tenemos que tener paciencia y respirar hondo.
* Basado en el libro de Carlos Gonzalez “Mi niño no me come”
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